Cuenta la leyenda que en la localidad de Jaral del Progreso, México un intendente mandó a colocar bancas en un parque que se encontraba ubicado cerca a un cementerio. Luego de un tiempo, las bancas comenzaron a aparecer manchadas y rotas por lo que se decidió enviar a un vigilante para que las cuidara. Todos los agentes enviados a cumplir la labor comenzaron a enfermarse luego de pasar una noche en el lugar.
Todos coincidían en la aparición de un fantasma por lo que el intendente decidió enviar a su policía de confianza, un hombre intachable: El chino Herrera. Como todos el primer día se presentó a trabajar pero al día siguiente fue internando en el hospital donde antes de fallecer le contó a su jefe una historia aterradora.
Herrera afirmó que a la medianoche comenzó a surgir una densa niebla y soplar viento frío, a la vez le pareció escuchar el llanto de una mujer al final del parque. Se dirigió al lugar y en medio de la bruma divisó una silueta blanca, a quien le ordenó retirarse del parque ya que era muy tarde, pero no recibió respuesta alguna. Luego observo que la mujer se dirigía al panteón pero que no movía las piernas, sino que flotaba a unos 30 cm de suelo. Acto seguido el fantasma se abalanzó sobre el hombre con unos encendidos ojos rojos, lo que le provocó el desmayo, la internación y su posterior muerte.
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